SEGUNDA PARTE
Ya con Ramón, proseguimos el camino, todos mudos sin hablar de nada, así estuvimos por unos veinte minutos, hasta que ramón me dijo, bueno… ¿como te fue?
... Bueno, sin mencionar que casi me da un infarto, creo que todo bien…
¿Cuánto te dieron?... ni idea no lo conté allí, solo lo guarde, ahora lo cuento le dije, bingo unos 300 soles, estaba bueno le dije, ¿Cómo, solo 300 soles? Le hubieras pedido 1000 soles como mínimo, no sabes cuanto dinero se mueve en ese negocio y es ilegal todo, ¡hubieras pedido mas! me increpaba,… bueno esta bien… al menos esos hombres están al margen de la ley y son peligrosos le dije, sin mencionar más el tema proseguimos nuestro camino.
Se hacia interminable la trocha, con ruidos de taladores a la distancia, y a veces con el pisar de los charcos y saltos de troncos caídos y a veces solo un silencio eterno.
Llegamos, a la casa pequeña, Ramón me dijo; acá venden galletas, el que desee comprar - es la oportunidad - es la ultima casa que encontremos hasta nuestro destino, lo primero que salió a nuestro encuentro fueron dos perros ladrando sin parar hasta que salió la dueña, y muy amablemente saludo al maestro ramón como ella lo llamo, descansamos un poco, nos aseamos, ya para ese punto de la caminata mis zapatos estaban destrozados, y mi ropa toda embarrada de las muchas caídas que tuve a lo largo del camino pero bueno estaba ya tan cerca que las lamentaciones no eran oportunas. Solo quince minutos de descanso y proseguimos la caminata, falta poco decía ramón.
Fueron cuarenta y cinco minutos mas de subida y subida rodeado de puros arboles, maleza, riachuelos, caídas y mucho humedad hasta que al fin ya en la cima de cerro rodeado de muchos maleza y arboles apareció de la nada una casita de material de adobe y techo de calaminas, serian dos habitaciones, una pareja de esposos salió a nuestro encuentro, nos saludaron muy amablemente el maestro, Ramón, nos presento a Emiliano el dueño de la casita y a su esposa maría; muy pobre, solo una mesa, una banca, una pequeña cocina a leña y petates para dormir, nos invitaron asearnos y luego un desayuno, que después de la gran caminata hacia falta algo de alimento
El desayuno fue algo inolvidable, en un tazón nos sirvieron una especie de puré o avena hecho a base de harina plátano con agua, sin dulce, insípido y yucas sancochadas, las galletas que compramos acompaño a nuestra alimentación en la mañana, nada especial, pero alimento mucho y dejo tranquilo el estomago.
¡… Será mejor que descansen…! Dijo Ramón, ya les avisaremos cuando sea la hora del almuerzo… - así fue… - a un lado de la habitación y en un petate me acosté, el cansancio fue tanto que me quede profundamente dormido.
El tiempo paso rápido, apenas sentí el llamada de Juan Carlos, no pude dormir más, era para avisarme que ya el almuerzo estaba listo, eran las catorce horas, con dolores en todo el cuerpo me uní al grupo para almorzar, esta vez, si se veía apetecible el almuerzo; estofado de gallina, arroz, papa, y un refresco,
- ¿algo de frio se siente?, pregunto Juan Carlos, iniciando la conversación en la mesa, si paisa respondió Emiliano, por la noche seguro será mas frio abra que abrigarse, mnnn… mientras escuchaba pensaba en la forma como pasaría la noche, no tenia ni chompa, ni abrigo para poder cubrirme. Terminemos y descansemos otro poco, la noche será larga nos recomendó Ramón. Intercambiamos unas palabras más y pensé en dar un paseo por la zona.
Al alejarme un poco descubría que era todo hermoso, los paisajes de la serranía por un lado, combinado con la ceja de selva por el otro, hacía el contraste y una belleza emocional, algo que solo se puede apreciar desde la altura en donde se ubicaba la casita muy bien camuflada y rodeada de arboles por un lado y hermosa vista por el otro. Como una serpiente un rio cruzando la orilla del cerro, preguntando a Emiliano me decía que era la frontera con el Ecuador, solo nos separa aquel rio, y el puente fronterizo esta para el oeste, indicándome el lugar que a simple vista parecía cerca, pero son horas de camino me conversaba, me lamentaba de no haber traído mi cámara pero Juan Carlos me advirtió que las cámaras en esta ocasión no eran permitidas, salvo permiso especial, pero me converso que llegarían mas maestros a la mesada, era algo que desconocía, ¿mas gente? ni idea quienes serian ni de donde provenían.
Decidí descansar un poco mas, ya se oscurecía y el frio arreciaba mas y mas, le dije a Juan Carlos que si me podría conseguir algo con que abrigarme la verdad, ya me imaginaba como pasaría la noche, me presto el un abrigo que era momentáneo, pero sirvió para el momento y así esperamos hasta que fuera hora de la cena.
A la luz de la luna, con solo el reflejo de la hermosa luna sobre nosotros era la única luz que nos guiaba por el lugar, una velas dentro de la casa y la conversación entre Emiliano y Ramón era lo único interesante en esas horas, mi socio Juan Carlos me decía que esto era así, que estaban esperando a las demás personas y que llegarían en las próxima horas, le preguntaba - ¿quienes eran esas personas? – chamanes, curanderos que participaran de la mesada contesto.
Eran las veintidós horas, el maestro se esta preparando dijo J. Carlos. En la mesa, Ramón coloca objetos santos y sacrílegos. Emiliano nos explico el porque de la presencia de algunos objetos en ella: una imagen de la virgen maría, para que nos cuide de todo mal durante la ceremonia; la cruz de Cristo, para que recordemos que el dio su vida para salvarnos de todo pecado y nos redima; conchas marinas; piedras; huacos; espadas; palos de madera con figuras masculinas y femeninas; agua florida; perfumes de todas las marcas y aromas para que los espíritus se sientan agradecidos y nos digan lo que deseamos saber.
Mientras el maestro, “ramón”, se preparaba llegaron a la casita cinco personajes todos vestidos con poncho y sombrero de paja grande que les cubría todo su rostro, tres mujeres y dos hombres, las mujeres eran gordas con polleras enormes cara redonda pelo trenzado y largo, no se dejaban ver la cara, cubiertas totalmente con el poncho grueso y largo, todos vestidos con color oscuro, de igual forma los hombres, ponchos largos y sombreros enormes que cubrían su rostro, saludaron muy efusivamente a Ramón, hicieron un circulo y conversaban en voz baja no se podía escuchar nada del tema de su conversación, Juan Carlos y yo a un lado, sin decir ni una palabra, - solo le pedía que me consiguiera algo con que cubrirme, el frio ya era insoportable – . Ramón se aparto de las demás personas, se ubico en un lado de la habitación y empezó a preparar la mesa, al fina los objetos los colocaba en el suelo sobre una manta de colores con diseño incaicos, uno a uno cada objeto en su lugar bien posesionado y ayudándose con una linterna de mano de vez en vez alumbraba alguna imagen, pidió que lo dejaran solo en la habitación hasta llegada la hora.
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